viernes, 16 de febrero de 2018

ESTADOS UNIDOS CONSUME Y EXPORTA VIOLENCIA. 


17 muertos y 15 heridos más en Florida por ametrallamiento, a sumar a los 265 muertos y centenares de heridos producidos desde 2007 en similares circunstancias: 32 en Virginia en 2007; 13 en Bingshamton, Nueva York, y 13 más en Ford Hood, Texas, en 2009; 26 en Newton,  Conecticut y 12 en Aurora, Colorado, en 2012; 12 en Base naval de Washington en 2013; 10 en Roseburg, Oregón, y 14 en San Bernardino, California, en 2015;  49 en Orlando, Florida, en 2016; 58 en Las Vegas, Nevada, y 26 en Sutherland Springs, Texas en 2017; y los 17 últimos, de momento, en Florida. Esto en referencia a los muertos, a los que sumar los heridos. De 1987 a 2017 en EEUU se han producido 92 asesinatos colectivos o tiroteos ejecutados por hombres por 2 realizados por mujeres. Y acompañando a estas cifras y explicando en gran parte muchas cosas, se esconde otra cara de la realidad, la de las amenazas, abusos, violaciones y violencias contra las mujeres.  
La matanza realizada por Nikolas Cruz, que siente obsesión por las armas y la violencia y no lo esconde, a pesar de lo cual las compró sin ningún problema, es sólo lo más trágicamente espectacular de la violencia. Ésta forma parte de la realidad de un país en el que, según las informaciones, hay en manos privadas 9 millones de fusiles de asalto AR 15 como el que ha utilizado Nikolas Cruz para realizar su matanza. Un fusil de repetición que compró legalmente, a pesar de sus tendencias ya que, según defienden los poderes que deciden en el capitalismo norteamericano, en primer lugar la industria del armamento y el comercio interno e internacional de las mismas y todas las organizaciones partidarias de la bala, entre ellas la poderosa y reaccionaria Asociación del Rifle, el AR 15 es un arma para la defensa del hogar. Tal como suena. ¿Entienden ustedes porque en EEUU hay tanta violencia y además se exporta al mundo?
Y se descuelga el presidente Trump diciendo que esto que ha sucedido es un problema de salud mental, entendiendo que esta falta de salud mental afecta a una insignificante minoría de la población a la que se deben aplicar curas. Ni una palabra sobre control de armas, ni de prohibición de venta de las mismas, que sería lo razonable y normal en una sociedad civilizada, con mayor motivo después de una matanza. Trump está en la línea más dura de casi todos los presidentes que no han hecho nada para prohibir la venta y uso de las mismas, salvo un pequeño amago de Obama por controlar su venta a determinadas personas con problemas. El problema de salud mental es en EEUU un asunto colectivo que afecta a toda una sociedad que continúa inmersa en una mentalidad de la violencia del capitalismo en su fase más neoliberal y dura. El negocio es el negocio y la posesión de armas es para una mayoría, mientras no se demuestre lo contrario, un derecho inalienable. 
Y no nos extrañe que esa violencia interna extrema y esa concepción de que la razón está en la punta del fusil, las traslade EEUU al conjunto del mundo como forma de garantizar sus negocios, beneficios y privilegios. Sea en Vietnam o América Latina, en Afganistán o Yugoslavia, en Iraq, Libia o Siria, África o Asia. Los EEUU sólo retroceden en su violencia cuando son derrotados. 
Consecuente con esa innegable realidad, y aunque parezca que no viene al cuento, la lucha contra la guerra y por la paz, la exigencia de desmontar la producción de armamentos, una de las principales industrias del mundo, la convivencia y colaboración pacífica entre estados y pueblos, es una urgencia inaplazable de nuestro tiempo. Unido a la cual van todas las demás urgencias referentes a gastar el dinero en el desarrollo social y humano de los países empobrecidos y mejorar la vida de los sectores más humildes y pobres de las sociedades desarrolladas económicamente, y no derrocharlo en guerras y ejércitos; la potenciación de las libertades, la democracia, la igualdad, el respeto a la tierra en la que vivimos y deben vivir los que nos releven. En definitiva, hacer que el paso humano por la vida sea lo más decente, justo y dichoso posible.  

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